En momentos cuando el consumo mundial de café crece a buen ritmo —cinco por ciento anual— todos los eslabones de la caficultura afrontan enormes desafíos para sobrevivir al cambio climático. En 2050 las áreas adecuadas para producir café en el mundo se habrán reducido en cincuenta por ciento respecto a las actuales. Y, en 2080 el grano, del cual dependen 125 millones de personas y es considerado el segundo cultivo más valioso exportado por los países en desarrollo, se habrá extinguido de la faz de la tierra, principalmente el arábigo.

Pero antes, es decir en las décadas venideras y si no se reducen las emisiones, según el Instituto del Clima de Australia, un clima más hostil provocará “cambios dramáticos” en los cafetales. “La producción (de café) probablemente entrará en conflicto con los usos del suelo, incluidos los bosques”, alerta.

Honduras, Nicaragua, Guatemala y Vietnam, cuyas economías están fuertemente ligadas al café, se perfilan como las naciones más vulnerables a los tiempos difíciles que asoman a este cultivo, el que deberá afrontar mayores oleadas de calor y reducciones más severas de las épocas de lluvia.
Desde México, Guatemala y hasta Honduras, según el instituto australiano, la temperatura media ha aumentado un grado centígrado desde 1960 y las precipitaciones se han reducido un 15 por ciento desde 1980. “En Nicaragua, los cambios en las lluvias desde mediados de la década de 1990 han afectado la floración, la maduración y la fructificación del café”, describe.
Según estimaciones del Gobierno de Nicaragua, entre 1971 y 2015, la temperatura en el país ha aumentado más de 1.7 grados centígrados en el periodo analizado.

“Hay fuertes indicios de que el aumento de las temperaturas y los patrones de precipitación alterados ya están afectando el café, rendimiento, la calidad; las plagas y enfermedades que afectan gravemente la seguridad económica en algunas regiones productoras de café”, señala el Instituto en su investigación.
Aura Lila Sevilla Kuan es presidenta de la Asociación de Cafetaleros de Matagalpa (Asocafemat). En este departamento se obtiene cerca del treinta por ciento de la producción de café en Nicaragua, según estimaciones del Ministerio de Agricultura. En las fincas cafetaleras, según Sevilla, los estragos del cambio climático son cada vez más visibles: ataque de plagas y días soleados más prolongados.


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Urge política pública

“Nosotros estamos claros de la amenaza que tenemos con el cambio climático, ya lo estamos viviendo, aquí realmente ya no hay invierno y verano. En los meses de noviembre y diciembre que aquí generalmente eran fríos ahora ya no hay, ahora tenemos unas temperaturas altas, lo que es nocivo para la caficultura. Ahora, ¿qué estamos haciendo nosotros? Sinceramente te lo digo, solo estamos a la expectativa”, afirma.
El problema —según Sevilla—, es que sin financiamiento y sin una política pública dirigida a ayudar a los productores de café, en su mayoría pequeños, a adaptarse al cambio climático, no pueden hacer nada. En Nicaragua, precisa, solo el cinco por ciento de los cafetaleros (que son los medianos y grandes) usa tecnología para cultivar café, el resto continúa empleando las mismas técnicas de producción del siglo pasado.
Las dificultades de adaptación de los pequeños productores al cambio climático no es exclusivo de Nicaragua. “La mayor parte de los 25 millones de productores de café (entre el ochenta y noventa por ciento) del mundo son pequeños productores. Por sí solos tienen poca capacidad de adaptación a un mundo más caliente en el que el clima y la volatilidad del mercado conspiran contra ellos”, advierte el Instituto del Clima de Australia.
La política pública debe ir acompañada de financiamiento. Cambiar la forma en cómo se produce café para adaptarse a la nueva realidad del clima es costoso. Por eso, según Sevilla, la mayoría de los productores de café en Nicaragua se autofinancian o dependen de créditos con tasas de intereses elevadas. El autofinanciamiento consiste en destinar un determinado número de parcelas a cultivar granos básicos, que luego venden y el dinero lo reinvierten en los cafetales, ejemplifica la también productora.
Hay que migrar y tecnificar
José Ángel Buitrago, presidente de la Asociación de Exportadores de Café de Nicaragua (Excan), dice que aunque parezca que es tarde para hacer frente al impacto al cambio climático, aún se deben hacer esfuerzos para salvar al café nicaragüense, del cual dependen miles de pequeños productores.
Buitrago está consciente que si no se transfiere tecnología y conocimiento a los productores de café muchos de estos van a desaparecer y otros a emigrar a zonas más altas, como ya está ocurriendo en el caso de los grandes productores.
A inicios de este siglo, en Nicaragua, según Buitrago, era impensable hablar de cambio climático y esto fue lo que provocó que el sector se confiara. “A principio del 2000 casi que nos reíamos del cambio climático, la gente como que no le prestaba atención, hoy en día el cambio climático, casi sin darnos cuenta, lo tenemos sentado en la sala de la casa y está imponiendo las reglas de este juego”, lamenta el líder gremial.
Pero no solo el financiamiento es un gran obstáculo en Nicaragua, para Buitrago lo peor es que los productores tienen poco conocimiento sobre este fenómeno y lo que implica para la siembra esta nueva realidad. De hecho, según la investigación australiana, si bien los productores están organizados en cooperativas en el mundo, muchos de estos tienen bajo nivel de formación educativa y peor aún carecen de tiempo para poner en práctica estrategias óptimas de producción hoy en día, y mucho menos para prepararse para el cambio climático”. La situación empeora por el pobre acceso al crédito, a la información de mercado y las herramientas de gestión del riesgo.
“Tiene que haber una mayor tecnificación, probablemente tiene que haber una migración de las zonas bajas a las zonas altas para producir café”, afirma el presidente de Excan.

Buitrago reconoce que muchos productores no podrán emigrar y por tanto deberán buscar cómo sustituir el café por otros cultivos, como los granos básicos. “Ante el cambio climático no hay una respuesta mágica”, afirma, al tiempo que recuerda que Nicaragua y Centroamérica por su posición geográfica “están en medio del huracán”.
Y ante el temor de la banca de financiar a aquellos productores de café que están en zonas bajas, Buitrago asegura que esperan con la Comisión Nacional para la Transformación y Desarrollo de la Caficultura (Conatradec) puedan llenar ese vacío a través de programas que permitan darle a estos campesinos alternativas productivas y se fomente la cosecha de agua.
Emigrar hacia otras zonas de producción, sin embargo, según el Instituto del Clima de Australia, no es fácil. “La migración de las plantaciones de café a nuevas áreas no es sencillo, sobre todo porque se necesitan varios años para que las nuevas plantas puedan ser productivas”, señala.
Consumidores pueden presionar por un cambio.

En este contexto de dificultades para los productores de café, los consumidores, que por día absorben 2,500 millones de tazas, pueden presionar para que a los campesinos se les ayude a sobrevivir al embate del clima. Esto es posible, según el Instituto australiano, si los consumidores son capaces de elegir marcas de empresas que luchen contra el cambio climático y que ayuden a los productores a aumentar sus rendimientos. Además pueden premiar a aquellas marcas o países que ayuden a los caficultores a construir sus capacidades de adaptación al cambio climático.
“Las personas pueden exigir medidas a todas las empresas y sus gobiernos para asegurar que todos los productos, las empresas y economías” reduzcan sus emisiones de carbono.

Cada año el consumo de café crece un cinco por ciento, con una producción mundial que desde 1960 se ha triplicado y una industria que cuenta con un fuerte potencial para un mayor crecimiento.
Tal es la gravedad del cambio climático en la caficultura, que según el Instituto australiano, compañías líderes como Starbucks y Lavazza, así como la Organización Internacional del Café, han reconocido la magnitud de los riesgos.
Los pronósticos apuntan a que en las próximas décadas en el 2020 la producción de café en México será inviable y Nicaragua en el 2050 “perderá la mayoría de sus zonas cafetaleras” y en 2060 los rendimientos del café arábica de Tanzania caerán a niveles “críticamente bajos”.
“Los consumidores tendrán que hacerle frente a la escasez de suministro, impactos en sabor y aroma, y el aumento de los precios”, advierte. ¿Se imagina un mundo sin café?
¿Por qué importa el café a Nicaragua?
En Nicaragua, en el 2015 los ingresos por exportaciones de café sumaron 393.18 millones de dólares, de un total de los 2,531 millones de dólares que generaron en su totalidad las exportaciones del país.
Según el IV Censo Agropecuario, el sector cafetalero está compuesto por 44,519 productores que cultivan 180,219.7 manzanas de café. De estos solo 396 productores poseen más de 50 manzanas de café.
El cultivo del café genera aproximadamente 300,000 empleos directos e indirectos, que representan el 53 por ciento del total de empleos del sector agropecuario y el 14 por ciento del total de empleos a nivel nacional, según el Ministerio de Agricultura.

Fuente: La Prensa