Sea por problemas salariales o culturales, en los últimos años la escasez de mano de obra en el campo se ha agudizado y se debe buscar solución antes que sea tarde
Mientras Nicaragua continúa expandiendo la actividad agropecuaria —principal sustento de su economía— cada vez es más frecuente que labores cotidianas como chapodar un potrero, ordeñar las vacas o cortar el café enfrenten dificultades para conseguir mano de obra, especialmente cuando la contratación es temporal.
“Solo en la actual cosecha se perdieron doscientos mil quintales de café porque las condiciones climáticas provocaron una maduración generalizada y no hubo suficientes cortadores cuando se necesitaron”, asegura Aura Lila Sevilla Kuan, presidenta de la Alianza Nacional de Cafetaleros de Nicaragua (ANCN).
“En el caso de la ganadería también tenemos dificultad para realizar diferentes actividades, principalmente las temporales como chapodar los potreros, ensilar el pasto y en algunos casos hasta para el ordeño de las vacas. Ahora, en lugar de poner a varios empleados a chapodar los potreros se pone a uno a fumigar y algunos están optando también por las ordeñadoras mecánicas”, detalla el presidente de la Federación de Asociaciones Ganaderas de Nicaragua (Faganic), Álvaro Vargas.
“De hecho cuando nos dimos cuenta que empezábamos a tener problemas para encontrar mano de obra en algunos sectores fue que empezamos a mecanizar y también por eso es que se ha venido aumentando la mecanización. El problema más fuerte se dio en el ingenio de Rivas por su cercanía con la frontera ya que la gente emigraba a Costa Rica”, admite por su parte el gerente general del Comité Nacional de Productores de Azúcar (CNPA), Mario Amador Rivas.
¿Problema salarial?
La Asociación de Trabajadores del Campo (ATC) asegura que no hay escasez de trabajadores sino bajos salarios y falta de incentivos que obligan a los campesinos a emigrar, ya sea a las ciudades, a otro país o a nuevas actividades como la construcción o las maquilas.
Por su parte, dirigentes de las organizaciones de productores consideran que este no es un problema de salarios sino estructural, derivado de las carencias que implica la vida en el campo.
Mientras que el Instituto de Investigación y Desarrollo Nitlapan, de la Universidad Centroamericana, coincide en que este es un problema estructural por lo que considera se requiere la participación de todos los sectores de la sociedad, incluido el Estado, para encontrar una “respuesta de nación” que le devuelva al agro el atractivo que ha perdido.
“Definitivamente no creo que sea escasez de mano de obra sino que los salarios son poco atractivos.
Estas condiciones, según Castillo, han empujado a los trabajadores a emigrar hacia las ciudades en donde la construcción y las empresas de zona franca les ofrecen mejores salarios y la facilidad de mejorar sus condiciones de vida”, dice Alex Castillo, secretario de capacitación de la ATC.
¿Problema estructural?
Sevilla Kuan difiere de Castillo y atribuye la escasez de mano de obra a causas estructurales y culturales, en vez de salariales. Y lamenta que las familias campesinas terminen formando los círculos de pobreza que rodean las zona urbanas.
“Es una dura realidad, pero los campesinos llegan a vivir a los asentamientos y sus hijos terminan siendo prostitutas, delincuentes o mendigos. Hay que hacer un análisis estructural para buscar solución a este problema”, advierte.
Amador Rivas tampoco considera que este “sea un asunto de salarios” ya que en los ingenios locales hay sueldos “similares e incluso mejores” a los de los países vecinos”. Este sector tiene unos treinta mil empleados permanentes y durante los seis meses de zafra solo contratan a unos cinco mil temporales para la siembra o corte de la caña. Por ser una cantidad reducida en comparación con los requerimientos de otras actividades, no les resulta tan difícil encontrarlos.
“En realidad ahí hay un problema cultural, la gente cree que al emigrar va a encontrar mejores condiciones y por eso se va a probar suerte, entonces no es un problema salarial sino de percepción.
El café es el más afectado
Vargas, de Faganic, lo considera también una consecuencia del “abandono” que todavía sufre el campo. Considera que la falta de vías de acceso, servicios básicos y oportunidades educativas y laborales empujan a las familias hacia los centros urbanos en busca de un futuro diferente para sus hijos.
Para Elías Ramírez, coordinador de proyectos de Nitlapan-UCA, esta es una situación provocada por una mezcla de factores como el alto costo de la vida, la creación del autoempleo en actividades agropecuarias, la migración hacia los centros urbanos en busca de mejores condiciones de vida y hasta las consecuencias de la llegada del desarrollo al campo, que está promoviendo la creación de pequeños negocios como pulperías o panaderías que a la vez resuelven las necesidades de la población de la zona.
Aunque en realidad este es un problema generalizado, es en el sector cafetalero donde más se percibe, porque requiere mucha mano de obra en un tiempo determinado y además enfrenta problemas de productividad y compite por la mano de obra con los países vecinos.
“Son entre doscientos mil y trescientos mil cortadores los que se necesitan y en una temporada en la que también los países vecinos están demandado mano de obra similar y con mejores salarios porque ellos tienen mejores niveles de productividad”, sostiene Castillo. Es por ello que la ATC considera que por diversas circunstancias el café es el que más atractivo ha perdido.
No ajustan normativas
“Desde el 2010 no se ajusta la normativa salarial que rige esa actividad, aunque las negociaciones directas han elevado la paga establecida de 27 córdobas por lata hasta 35 córdobas o más. Desde ese mismo año tampoco se actualiza la normativa del pago de alimentación que rige todas las actividades del campo (treinta córdobas). Otro problema es que los productores ya no garantizan los artículos de trabajo como machetes, botas, polainas y otros que establece el artículo 202 del Código del Trabajo”, detalla Castillo.
El dirigente prefiere no señalar culpables en lo referido a la falta de actualización y cumplimiento de estas normativas, pero admite que es necesario actualizarlas.
Sevilla Kuan reconoce que el sector cafetalero enfrenta problemas de productividad, pero recuerda que también carece de tecnología y financiamiento que le permitan superarlos, por lo que la carga salarial pesa demasiado en los costos de producción y no pueden elevar los salarios.
Añade que también se deben tomar en cuenta las inversiones que realizan para brindar condiciones dignas de alojamiento a los trabajadores y alimentación, aunque en muchos casos no se perciben.
Algo similar ocurre con la ganadería, que en los últimos años “no ha pasado por su mejor momento por tanto tampoco puede elevar sus salarios”, dice Vargas y añade que lamentablemente hay otras actividades como el café que no tiene esta opción.
Buscan solución
Los ganaderos, según Vargas, en muchos casos han optado por mecanizar algunas actividades, pero considera que este no es un problema de salarios sino cultural, porque las nuevas generaciones no quieren trabajar y en muchos casos ni siquiera vivir en el campo. “Los trabajos que requieren de mucha fuerza física ya nadie los quiere hacer”, asegura.
La ATC confía en que el proceso de concertación productiva que realizan en conjunto la ATC, el Gobierno y el sector empresarial provoque un cambio en las condiciones laborales y sociales que se le brindan a los trabajadores para que la actividad agropecuaria vuelva a ser atractiva laboralmente.
“Para devolverle ese atractivo que han perdido las actividades agropecuarias es que estamos impulsando este proceso de concertación ya que hemos llegado a la conclusión de que es más fácil resolver los problemas dialogando en lugar de estar en conflicto, la idea es alcanzar consenso para cambiar esta situación”, advierte Castillo.
Por su parte Vargas dice que este es un tema que por su gravedad, al menos a nivel interno de Faganic se tiene sobre la mesa de discusión y en cuanto se tenga una propuesta concreta se la presentarán al Gabinete de Producción, para evitar que en el futuro provoque consecuencias más graves a la economía.
Ramírez por su parte opina que aunque en algunas zonas del país ya se están desarrollando programas sociales para frenar la migración y retener la mano de obra en el campo, este es un problema “estructural muy complejo” que difícilmente podrá ser resulto únicamente por los gobiernos municipales.
“Es una cuestión de reflexión de todos los sectores a nivel nacional, tenemos que volver a hacer al agro realmente atractivo para reducir esa migración tan fuerte de mano de obra. Eso significa mejores condiciones de acceso a servicios básicos”, explica Ramírez.
También ayudará la creación de más empleo permanente que garantice mejores condiciones como ocurre, según Ramírez, con algunos productos como el cacao que está teniendo auge en el país e incluso en las primeras etapas del cultivo genera mucho empleo femenino.
Escasa cobertura
Para Alex Castillo, secretario de capacitación de la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC), el poco esfuerzo de los empresarios agropecuarios por inscribir a sus trabajadores en el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) también ahuyenta a los trabajadores de las actividades agropecuarias.
Según el dirigente, pese a los avances de la última década la cobertura del INSS en el campo sigue siendo muy escasa.
“Si sacamos los datos de los asegurados apenas andamos rondando el 9.38 por ciento del total de los inscritos. Es decir que de cada cien personas que trabajan en el campo unos diez son los inscritos y casi noventa no tienen ese beneficio”, dice Castillo.
Se debe prestar atención
En los últimos tres o cuatro años la escasez de mano de obra en el campo se ha agudizado y provocado efectos inmediatos como la caída de unos doscientos mil quintales de café en la actual cosecha. Pero de no encontrarse una solución el impacto a mediano plazo será más grave, advierte Elías Ramírez, coordinador de productos del Instituto de Investigación y Desarrollo Nitlapan-UCA. “Cuando no se tenga mano de obra suficiente para realizar las labores de prevención y control de enfermedades y todo lo que se realiza fuera de los períodos de cosecha, eso se va a traducir en bajos rendimientos en ciclos posteriores y provocará efectos en la economía”, sostiene.