En 2015, último año en el que predominó una severa sequía en el país, los pobladores de Somotillo y Villanueva, Chinandega, en el Corredor Seco de Nicaragua habían reducido los elementos que conformaban su plato de comida de cinco a tres, según una encuesta realizada por Centro Humboldt, condición que podría repetirse si no se toman acciones desde ya para enfrentar la sequía consideró Abdel García, oficial de gestión de riesgo de dicha organización ambientalista.
García está de acuerdo con José Luis Solórzano, docente de la Universidad Centroamericana y coordinador de la obra Perspectivas sobre la seguridad alimentaria en Nicaragua en el contexto de cambio climático. Reflexiones y propuestas, quien considera que una de las salidas para superar los problemas de hambre en ese sector, que siempre golpea a la población más vulnerable por su composición socioeconómica, es el desarrollo de negocios socialmente responsables.
Esa diversificación de la que habla Solórzano no es nueva para García, pero esas iniciativas locales que impulsan las mismas personas tienen que ir acompañado por las políticas de Estado que deben de ser impulsadas en el Corredor Seco, y a “pesar que hay un plan nacional ante la variabilidad y el cambio climático enfocado en el sector agropecuario con énfasis en el Corredor Seco, de alguna manera no han tocado tierra”, expresó el experto.
A la vez, también señaló que las nuevas actividades alternativas a la producción agrícola en la zona del Corredor Seco deben tener una base sólida, considerando que la sequía es un tema recurrente. “Uno de los puntos hacia los que se debe ir (…) es ordenar el territorio y en base al soporte ambiental, tratar de definir cuáles son las actividades que pueden coexistir en ese territorio”, dijo.
En el 2015, de acuerdo a la encuesta de Humboldt, el 85 por ciento de la agricultura se había contraído, y el 34 por ciento de la población dejó el azadón y se dedicaba al trabajo casual en esos dos territorios.
Qué pasa con los grandes productores
Para Abdel García, quien tiene más de cuatro años trabajando en el Corredor Seco, no solo se tiene que ver a los pequeños productores sino también deben de advertir la “voracidad con que están explotando- los grandes productores- el recurso agua, el suelo”, dijo el experto, quien también mencionó que por las presiones que tienen los pequeños productores, varios de ellos dejan de atender su finca para ir a trabajar a los cañaverales. En la publicación de la UCA se asevera que el clima afecta la nutrición a través de distintos procesos que pueden incidir de forma negativa sobre la seguridad alimentaria y las condiciones de salubridad.
Préstamo aportará
Este año, el Gobierno aprobó el proyecto de desarrollo rural en 37 municipios de la zona seca del país, denominado “Nica Vida”, que tiene un costo total de 48.3 millones de dólares, de los que 20.5 millones de dólares serán financiados con un préstamo del Fondo Internacional para el Desarrollo de la Agricultura (FIDA).
A través de este se apoyará a la mejora de la calidad nutricional de sus dietas y se busca fortalecer las capacidades de la población de adaptación al cambio climático, particularmente, facilitando el acceso al agua y el manejo sostenible de los recursos naturales de la zona, según el decreto legislativo.
Fuente: La Prensa