Hace ya buen tiempo que la volatilidad se volvió un factor común del día a día de los mercados internacionales. Y el de los granos es uno de los más inestables de todos, con sus pronunciadas subidas y bajas. Esta dinámica es muy relevante para la Argentina, uno de los grandes jugadores del comercio mundial de alimentos. Las ventas externas de soja, maíz, trigo y sus derivados aportan 70% del total de las divisas que ingresan al país por vía del comercio.

El último mes y medio fue particularmente volátil. En el mercado de granos de Chicago, referencia de precios a nivel mundial, pos caso, el contrato de soja con vencimiento en julio pasó de cotizar USD 604,54 a USD 625,41, un avance de casi 3,5%, y en el ínterin la oleaginosa llegó a superar el récord histórico de USD 650 la tonelada al cabo de una escalada de cuatro jornadas la semana pasada, tras lo cual volvió a descender.

 

En el caso del trigo, el contrato con vencimiento el mes próximo, comenzó en mayo a USD 387,84 la tonelada y cerró este viernes a USD 380,04. El retroceso entre puntas también se dio para la soja, con escaladas que situaron los precios arriba de los USD 450, un nivel histórico. Y del lado del maíz, el mismo contrato empezó en mayo a USD 316,3 y cerró ayer a USD 308,84 la tonelada.

Según especialistas consultados por Infobae, esta volatilidad, que entrega sesiones donde los commodities saltan más de USD 10 entre jornadas, para luego bajar con la misma facilidad que subieron, se debe a una serie de factores independientes entre sí: el ataque de Rusia a Ucrania; los ajustados stocks mundiales de granos, contra una demanda creciente; el efecto del “mercado climático” en momentos en que el hemisferio norte está en plena siembra de granos gruesos; y la política monetaria de EEUU.

 

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